martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 1: En anteriores temporadas y como buscar piso sin morir en el inte‏nto

Como muchos ya sabréis, (y si no es que no merecéis recibir estos correos panda de gandules) me he venido a la aventura a Barna (bueno, a la aventura, a hacer un máster y a explotar a mi familia, que ya teniendo 25 años tendrían que estar viviendo de mi.... así que ala, un aplauso a mis papas... coño, aplaudid, ¡No seáis falsos! ¿Que más os da? ¿Os mira alguien acaso?).

Pues eso a lo que iba, que me he venido a Barna y, como es de rigor, os toca recibir mis correitos de tamaños desproporcionados para alegraros las vacías tardes otoñales, que yo empiezo a pensar que en realidad me voy por eso mismo, para soltaros el rollo... Aunque esta vez el listón va bajando... De Argentina y Alemania he pasado a no salir del país... así que la siguiente vez que os quiera escribir me temo que va a ser desde un cuchitril en San José de la Rinconada...

Como me pasó en Argentina y en Alemania, no me voy con piso y con todo hablado con la universidad (vamos, si hablado pero que tampoco un contacto que hayan dicho uy Txema deseandico estamos que ocupes nuestras clases…), por lo que los primeros días nuevamente son de infartitos constantes y de ampollas en los pies (no es un dicho, ahora mismo le estoy abrillantando el suelo a Carles con mis pies serranos en busca del fresquito del terrazo de auténtica VPO), sobre todo en el tema de búsqueda de piso. 


 


Llevo como tres días en Barcelona y mi forma de hacer turismo se ha basado en ver como decoran las casas los barceloneses, que más que una guía de viajes ahora mismo podría hacer una de interiorismo. Y es que el mundo de la búsqueda de piso es bien complejo (y bien coñazo). El casero intenta por todos los medios endosarte su maravillosa habitación a toda costa y en cambio tu ya sabes de entrada que un piso que huele a humedades y cuyo portal parece que en cualquier momento va a aparecer el fantasma de Amy Winehouse no es tu concepto de vivienda digna.

Después el tema comodidades al principio apuntas alto y vas teniendo por narices que bajar el listón. Al principio te imaginas viviendo en el mismo barrio de la universidad, después con estar cerquita te basta para ya por último encomendarte al servicio de transportes. Encima si mi universidad está en Poblenou, barrio donde la cochambre y el lujo van de la mano pues acabas con decir bueno, con que esté en Barcelona que más da. Así es como he acabado en Plaça Espanya, en un piso muy coqueto con vistas a Montjuic y a una escultura de Miró que es muy como es Miró, muy “en qué leches estaba pensando cuando endosé esta cosa a la ciudad”.

Bueno, vistas donde me deja el metro porque lo que es la ventana de mi habita da a una calle muy del barrio Pío XII, que es lo que en realidad me mola, no tanto modernismo ni cosmopolismo… eso para quien tenga dinero leches. Pues eso, que el piso está estupendamente y a muy buen precio que me lo han dejado oye (aunque en mi habitación dos personas a la vez no deberían respirar al mismo tiempo de lo acogedora que es, eufemismo de caja de cerillas) y los compañeros de piso unos chavalines que calculo que tendrán no mucho más de veinte años (divina juventú) y menorquines todos (son tres), por lo que se dan las circunstancias de que mis amigos hablan valenciano, en las clases se habla catalán y en mi piso balear, así que soy un andaluz que esta aprendiendo el catalán más ecléctico y que se prepara a este paso para la unificación de los països catalàs.



Al menos entusiasmo le pongo, aunque sea para hacer el ridículo pero oye. Así es como acabo preguntando como anar a l’estació de Llacuna y la mujer me responde en catalán, me entero pero ahora me dice que la de Poblenou está más cerca, así que claro, llego a un bloqueo mental de…. Preguntar como ir al metro si, pero explicarle a esta buena señora que es que he quedado allí con un amic ya como que a eso no llego… por lo que acabo recurriendo a mi socorrido y bien entendido andaluz y para culminar, como aún no he reseteado el tema de que la última vez que me lié con los idiomas fue en Alemania, me despido con un Danke!, que es lo más apropiado para una conversación sana y nada bipolar.

Y aunque sólo he tardado dos días en encontrar un piso la cosa no ha sido nada fácil. Porque si la fauna y flora de las habitaciones tenía su cosa, el tema casero merece un correo aparte. Viendo anuncios y llamando a teléfonos te encontrabas con cosas como “ambiente familiar”, que no es que tus compañeros se sienten a comer a la mesa juntos, es que es un matrimonio de sesenta años que te ofrece una habitación junto a su hijo en plena crisis de los treinta. O anuncios en el que te describen un pisazo y acaban con un desconcertante “gay friendly”, que te hace pensar en que leches se quiere referir con eso, va, que es gay, vale, ¿Pero hay algún tipo de descuento que no aparece en el contrato? Y ya si en uno de ellos te pone que una ventaja es que sólo compartirías piso con el oye, lo siento, pero deja que dude de la ventaja…

Así que al final he optado por los yogurines menorquines, que me da a mi que prefiero el tema festivo que el de reuniones a las 12 de la mañana en el salón para rezar el angelus, que los hay, que me encontré hasta con una locaza inglesa que se iba a Nigeria a evangelizar con su hija y daba gracias a dios por haberme puesto en su camino para alquilarle el piso, cosa que como imaginareis no hice.

Pues ale, eso es todo, no me extiendo más que después se me os quejáis y acabo en la bandeja de correo no deseado junto con ese que ofrece constantemente viagra al 30% de descuento. Besets a tots y ya sabéis que tenéis nidito en Barna bien acogedor o sofá todavía más cómodo.

Un cateto en la gran ciudad

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