miércoles, 27 de febrero de 2013

Capítulo 4: De intromisión lingüistica y carreras populares

Gracias a vuestras presiones, a los innumerables correos bloqueándome la bandeja de entrada de hotmail, la súplica de mis compañeros pidiendo que os escriba para que dejéis de saturar la línea telefónica con vuestras inapropiadas llamadas a altas horas de la madrugada y el respetuoso comunicado de mis profesores pidiéndome que las tonterías las escriba en casa y no en el máster.... vuelvo a la carga para contaros mis bochornosas aventuras de un miarma en Barna sity.

Hace unos meses, cuando llegué a este piso como "el intruso", es decir, el único que no tenía que ver con los habitantes de la casa, me costó hacerme con el personal... bueno no, en realidad no, pero era curioso escucharlos cuchicheando en aquello que ellos llaman catalán (yo sigo manteniendo que no, que eso que ellos hablan puede que sí sea un dialecto del catalán, pero practicado como el que habla andaluz del Ubrique profundo... que igual estaban diciendo "uy que día más maravilloso hace", pero a mi me sonaba a "mirad al nuevo que guarro y cómo nos tiene la cocina de sucia"). Pues eso, que poco a poco me he convertido en un sevillano adoptado por menorquines entre barceloneses... que si yo no los entiendo a ellos, a mi ya no me entiende ni el más experto en dicción entre tantas eses silbadas finolis a las que le siguen zetas con tal potencia que te salpican la cara (perdonad la imagen tan gráfica).

Lo que ha conseguido que me respingue en el sofá con gran gusteza y unas pintas indignas, es decir, que me sienta cómodo con los compis "tó bona gent", es la tendencia que tanto Laurita, como Ana, Antonio o Nieves tenían de "observemos como se mueve Txema, que seguro que va a hacer algo raro" se ha multiplicado por tres, por los tres compañeros de piso que tengo y que, gracias a los dioses, también son dignos de observación... por lo que hay cierto grado de personajismo por toda la casa que hace que no te aburras... que si hay cinco minutos de silencio, alguno se ve obligado a soltar algo constantemente... o hacer algo: cuando hoy he visto a uno de ellos viendo la tele bocabajo en el sofá me he emocionado...



En fin, que ya hay bastante confianza con los compis, que igual me invaden el salón con sus amigos (cosa que yo jamás he hecho.... ni haré... si os invito de cuatro en cuatro a que vengáis a verme es porque siempre se cae alguno del plan...) que me sacan de paseo llevándome al carnaval de Sitges... y es aquí donde retomo el anterior correo... La jornada sabaderil carnavalera empezó con una calçotada, o con la definición para todos los públicos: "Ir al campo a comer cebollas". Como mi amiga la dejá (cariñosamente hablando... yo soy el mamarracho) no pudo ir, yo quedé como el único representante de la sección no pedante del máster, así que me las tuve que desenvolver para sobrevivir en una barbacoa donde la gente va a disfrutar de la naturaleza y no del alcohol... (porque perdonad el comentario yonki, pero vamos a ver, que si, que el alcohol no es lo más importante... pero una barbacoa sin cervezas a cascoporro es como una feria sin el potrillo y la yegua o el cantinero de cuba cuba).

Pues ale, ahí estaba yo en medio de la campiña tarraconen... tarrago... En medio de la campiña de Tarragona graduando el consumo de cervezas. No por aparentar, sino porque la nevera quedaba lejos, y hasta que uno se dignaba a ir por birras podían pasar horas.... De ahí a que hiciera algo que la verdad muy digno muy digno no era.... Como lo dicho, podían pasar horas entre que la cerveza hiciera aparición, fui una de las veces a la nevera y me llené los bolsillos de varias latas para no tener que levantarme varias veces y para que no pareciera que me levantaba cada dos por tres.... vamos, que aquello parecía como el que va con la petaca a una discoteca a colársela al camarero.

Pues tras la comida (que lo de los calçots todo un invento...), todo estupendamente, lo que viene a ser un día de campo pero sin neveras de playa. La guinda vendría cuando, echo polvo, llego a casa con la sana intención de descansar y me encuentro a una colonia de menorquines revolucionados y un salón que parecía un bar erasmus... (nuevamente doy las gracias). Total, como iba bien comido y el acceso a mi habita estaba complicado, por cortesía acepte los licores con los que me agasajaron... y claro, como está feo no sociabilizarse... si me dicen de ir a Sitges de carnaval, ahí que me planto unos cuernos de ciervo cascabeleros y ala, a Cuenca si hace falta....

En el tren, tras varias conversaciones de varias índoles (la bajada del PIB, lo cara que está la verdura en el Mercadona, que si el mármol se limpia mejor con vinagre o con jabón neutro... lo estándar en estas situaciones) vi a un chavalote con un altavoz con el que no se desenvolvía demasiado bien, así que amablemente le sugerí que me lo prestara y, subido a un asiento, alegré los corazones de aquellas gentes mansas con los cánticos que afloraban de mi aterciopelada voz.... vamos, que se enteró que era del Betis hasta el encargado de la RENFE de Madrid...

Con esa previa, el paseito por Sitges digamos que estuvo cuanto menos a la altura... a esa altura que todos conocemos de "ojalá mañana se desintegre la batería de tu cámara de fotos". Hoy mismo, me han invitado a una fiesta en casa de otro de los menorquines... me haré el digno para contraposicionar un poco el concepto que puedan tener de mi... Tiraré de mi repertorio shakesperiano, que nunca falla.



Pero no todo van a ser fiestas y despiporres. En el máster (esa burbuja de intelecto), el jueves pasado tuve que demostrar mis dotes de improvisación periodísticas, escribiendo a punta de pistola una crónica con 20 minutos de margen sobre la última obra de teatro que hayamos visto en los tres últimos meses. Hasta aquí todo bien si no fuera porque para remontarnos a la última vez que fui al teatro, digamos que España era el milagro económico europeo... y que encima no era una exquisitez del tipo Madame Bovary o algo así, sino el musical de Queen.... Por supuesto eso no era problema para mis compañeros de clase, que se sabían media cartelera (a ver si ellos son capaces de poderme decir los números uno de las distintas listas de ventas musicales del mundo) pero para mi... Así que tímidamente levanté la mano y tras preguntar que si podía ser una obra sevillana, le di a la inventiva y simulé haber visto La Casa de Bernarda Alba. Si os preguntan, se trata de un montaje de mucho éxito que triunfó el año pasado en el Teatro Central...

Y para seguir con mi faceta no festiva, hoy no preguntéis cómo, he acabado a las 10 de la mañana en El Corte Inglés apuntándome a la carrera popular... (tras ir anoche al teatro... remordimientos...) que a ver, después me quejo de que me siento a veces desubicado, normal, que tendré unos muy bien llevados 25 años, pero cuán síndrome de los cuarenta, me dicen mis compañeros de ir a una carrera por Barcelona y, como uno no sabe decir que no, cuando menos me lo esperé ala, recogiendo un dorsal y firmando mi indigna participación... cuando lo más cerca que he estado de correr en toda mi vida ha sido tras una moneda que se cae al suelo, y por supuesto si eran céntimos es que ni me agachaba....

Así que: Por todos aquellos de vosotros que han pasado los últimos sábados por la mañana durmiendo como si se acabara el mundo, por aquellos que creen que para qué sirve correr si se puede andar ligerito, por todos los que en Educación Física simulaban alguna dolencia para no hacer el kilómetro y sobre todo, sobre todo, porque le den por culín a mi hermano (si es que me estoy refinando cosa mala) que no da un duro por mi (no le culpo)... ¡Esta carrera la termino! ¡Va por ustedes cacho vagos!

Ale, tras este épico discurso, qué mejor que dejaros aquí de relatar mis insulsas vivencias.... que tengo que practicar mi català/menorquín/valencià para la cena de gala y ya os he dado la murga demasiado. Bon día, visca er Betis y que vagi bé a tothom.

¡Alegría!

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